Vaciar la Mochila: Soltar para Volver a Encontrarme
Hubo un momento en mi vida en el que me sentí completamente desconectada de mí misma. Era como si la persona que alguna vez fui hubiera quedado enterrada bajo capas y capas de expectativas, miedos y autoengaños. Me movía en piloto automático, tratando de cumplir con lo que se esperaba de mi sin siquiera preguntarme si eso era lo que realmente quería. La mochila que llevaba a cuestas, aunque invisible, era muy pesada. Llené esa mochila con creencias que no eran mías, con juicios ajenos que había aceptado sin cuestionar, y con una autoexigencia que me dejaba sin aliento. No podía avanzar, pero tampoco sabía como detenerme.
Recuerdo vívidamente la desesperación de aquellos días. Me miraba al espejo y veía una sombra de quien solía ser. Sabía que algo estaba roto en mi, pero no tenía idea de cómo empezar a repararlo. Me aferraba a relaciones que ya no me nutrían, seguía hábitos que destruían mi bienestar, y me hundía en un sinfín de compromisos que aumentaban mi sensación de vacío. Sabía que algo tenía que cambiar, pero el miedo a soltar me paralizaba. Porque soltar duele. Soltar significa enfrentarte a todas esas sombras, esas partes oscuras de ti, que has ignorado durante tanto tiempo.
Al final, llegué a un punto donde el dolor de quedarme como estaba superaba el miedo al cambio. Me di cuenta de que no podía seguir cargando con todo aquello. Mi mochila estaba tan llena de resentimientos, expectativas no cumplidas y heridas que no había sanado... Si quería reencontrarme conmigo misma, si realmente quería una vida más plena y consciente, tenía que vaciarla. Y para hacerlo, tuve que enfrentarme a mi misma de la forma más honesta que supiera. Eso significaba dejar de esperar que el mundo cambiara y tomar responsabilidad de mi propio proceso. Hay una frase celebre que dice: "para cambiar el mundo, debes empezar por ti mismo". Y eso hice.
Este camino no es lineal, ni romántico o edulcorado como a veces lo hacen ver las redes sociales. El verdadero cambio es crudo, doloroso y requiere de una voluntad férrea para enfrentar tus sombras. Porque mirar dentro de ti no es nada bonito. Es como quedarte casi a oscuras, delante de un espejo, y ver reflejadas todas esas partes que preferirías no admitir nunca. Es reconocer tus defectos, tus hábitos destructivos, tu Lilith, y darte permiso para sentir todo el dolor que has acumulado. Solo cuando te permites sentir, cuando te rindes ante esas sombras, podrás empezar a equilibrarlas y a transformarte para crecer
Este proceso no es una lucha contra tu ego para eliminarlo. Aprendí que ese ego es importante y forma parte de nosotros, y que no se trata de eliminarlo, sino de entender su función. Como mencioné recientemente en un post en Instagram, "al ego hay que darle espacio, pero no todo el protagonismo". No podemos borrar el carácter que nos define, pero sí podemos trabajar en mejorar lo que no nos sirve, en ser mejores que ayer. Se trata de conocerse, de entender que somos humanos con defectos y virtudes, y que siempre podemos crecer si nos lo proponemos y, por supuesto, ponemos de nuestra parte. Es un proceso de aprendizaje y autocompasión, de saber que no todo lo que está en nosotros lo podemos cambiar, aunque muchas cosas sí, y son más de las que creemos.
Mi transformación no fue un simple paso por terapia y ya está, aunque ese paso fue vital. También fue el trabajo que hice conmigo misma, día tras día. Me comprometí a sanar mis heridas de la infancia, a desmantelar esas creencias limitantes, a despojarme de la necesidad de encajar en moldes ajenos y a hacer las paces con partes de mí que durante tanto tiempo había rechazado. Aprendí a ser más amble conmigo misma, a perdonarme por los errores del pasado, y a entender que la sanación no tiene prisa. Y aunque aún no he terminado mi viaje, porque la verdad es que nunca se termina, hoy puedo decir que el proceso de vaciar mi mochila ha sido el mayor acto de amor propio que he hecho.
A través de la terapia, de la introspección y del cambio de hábitos, poco a poco comencé a sentirme más ligera. Practico la meditación y el mindfulness, y me esfuerzo por alimentarme de manera más consciente. Cuido de mi salud física, mental y espiritual para mantener el equilibrio. Dedico tiempo a mis hobbies y al autocuidado, y he aprendido a poner límites. A menudo, me tomo un momento ritual: enciendo una vela, preparo un té, y escribo mis objetivos y reflexiones en una libreta o aquí en el blog. Esto me ayuda a vaciar la mente, ordenar mis ideas y planificar mi futuro. También trabajo en mi inteligencia emocional y busco formarme en distintas áreas que me resuenan para crecer.
El miedo que tenía a soltar se fue transformando en alivio. Cada vez que dejaba ir, me sentía más libre. Y aunque ha habido días en los que sentí que retrocedía, aprendí que el proceso no el lineal, que hay avances y retrocesos, pero que cada paso cuenta. Aprendí que el verdadero crecimiento no es la ausencia de dolor, sino la capacidad de integrarlo y de darle un propósito.
Hoy, cuando miro hacia atrás, veo cuánto he avanzado en estos últimos años. Las relaciones en mi vida ahora son más auténticas, más equilibradas. Y para conseguirlo, he tenido que dejar ir a muchas personas. Ya no busco validación externa, o al menos intento no hacerlo; he aprendido a escuchar mi propia voz. Los hábitos que practico son mucho más conscientes y alienados con quién realmente quiero ser. He introducido la espiritualidad como modo de vida e intento conectarme a la naturaleza para recargarme o inspirarme siempre que puedo. Se puede decir por fin, que estoy en un momento de transición, empezando a implantar todo lo aprendido, porque el viaje no termina aquí. La sanación es un proceso que continuará el resto de mi vida, pero al ,menos ahora me siento más conectada a mí misma que nunca antes.
Y ahora te pregunto a ti: ¿Qué hay en tu mochila? ¿Es ligera y funcional o es tan pesada que apenas puedes avanzar? Te invito a que hagas una pausa y reflexiones. Porque la vida es demasiado corta para cargar con pesos innecesarios.
No podemos victimizarnos ni quedarnos atrapad@s en un bucle de quejas. Esa energía solo nos mantiene estancados. Es hora de "coger el toro por los cuernos", de enfrentar nuestros demonios, y de tomar responsabilidad. El cambio empieza dentro de ti.
Así que suelta. Suelta todo lo que ya no te sirve. Libérate de lo que te pesa y empieza a llenar tu mochila con lo que realmente te define, con lo que te impulsa a ir hacia adelante. No estamos aquí para ser prisioner@s de nuestras sombras, sino para aprender de ellas y caminar hacia una versión más auténtica y libre de nosotr@s mism@s.
Tu libertad comienza hoy.
Awen



Comentarios
Publicar un comentario